13 de enero de 2015

El triunfo de la vida (II)

Fue como si algo hubiera cambiado en los sentimientos de Casandra, en su alma. Fue como un destino que la llevó a descubrir algún sueño. Algo extraño le hizo abrir aquel cajón de nuevo en el que vio la cosa que más le había gustado: el sobre rodeado de lazos rojos y el hermoso broche de perlas blancas que lo sostenía. No se le iba de la mente, cuando de pronto tocaron el timbre de la puerta, y Casandra no tuvo más remedio que dejarlo para ir a abrir. Abrió la puerta como siempre, sonriente y alegre, y así recibió a su padre que venía de trabajar. Al verlo, le dijo:

- Hola, papá. ¿Cómo te ha ido en el trabajo?
- Muy bien, hija. Algo cansado, pero si no trabajo no comemos. Por eso siempre te digo que estudies mucho, para que no acabes trabajando tan duro como yo, y con un mal sueldo que no llega para nada; hija, piensa siempre en lo que te digo.
- Sí, papá –contestó Casandra. – Mañana tengo un examen de Lengua.
- Pues hoy no te he visto coger ni siquiera un libro. No has hecho nada en todo el día, - dijo la madre.
- Tienes razón, mamá. Es que la Lengua es la que más me va y más me gusta, y siempre apruebo. He estado estudiando los días antes, por eso he dedicado el tiempo de hoy a buscar el regalo para mi amiga, para su cumpleaños de pasado mañana.

Casandra se paró por un momento y se quedó muy callada pensando de nuevo en el sobre. La madre la miró y le dijo:

- ¿Qué te pasa, hija? Estás muy callada-. La niña se acercó a su madre, y rodeándola con los brazos le dijo:

- Mamá, tengo sueño. Quiero ir a dormir. Mañana me espera un examen y tendré que levantarme temprano.
- Que descanses, hija, -contestó la madre.
- Buenas noches, papá, -dijo al padre, que estaba tomando café en la cocina.
- Que descanses.

Casandra sube al cuarto y se prepara para dormir. Una vez metida en la cama, empieza a dar vueltas sin que le venza el sueño. Con la luz apagada, se levanta y se asoma a la ventana que daba al jardín de los vecinos: la noche estaba quieta y silenciosa. Se veía una luna de tal belleza que era como una curva de hilo plateado que iluminaba su habitación. Se quedó un buen rato contemplándola, tan hermosa, rodeada de estrellas, y envuelta en el olor de las noches de primavera.

Casandra se pierde en aquel mundo de belleza, que para ella era maravilloso. Piensa en las cosas tan bonitas que nos perdemos cada día y cada noche, todo lo que la naturaleza nos ofrece. Todo esto Casandra lo aprovecha y lo vive, pero sigue pensando en el sobre y en descubrir lo que contiene. Cae rendida de sueño y se mete en la cama a dormir.

(Continuará)
  
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Capítulo I (16/12/14)


Asmae Bouzarioh Lahbib

Grupo 1º BAC